Cuando el ministro Bullrich formuló su frase "nueva conquista del desierto", sabía muy bien de qué estaba hablando.
Descendiente de terratenientes que expoliaron a los mapuches y otras comunidades nativas de sus posesiones, es muy consciente que la Patagonia no es un desierto.
El "avance de la frontera agrícola" es el nuevo nombre del genocidio. Arrasa tanto con campos y vidas de campesinos y pobladores originarios, como con la salud del resto de los habitantes del país.
Pero el resto no está muy al tanto que el tan mentado avance se hace a costa de envenenar a todos.
La frontera agrícola no sólo avanza visiblemente hacia el norte, tiñendo de verdesoja las planicies otrora cubiertas de monte nativo, rompiendo ecosistemas, e impermeabilizando el suelo.
Avanza también hacia el sur, transpone el río Colorado y se avalanza hacia campos del Río Negro, en latitudes cada vez más australes y frías.
Este año el proyecto sojizador recobró nuevos bríos, luego de la reacción popular del año 2010. Más de 400.000 hectáreas destinadas a fines no muy claros, entre Sierra Grande y el Alto Valle.
Todo esto de la mano del capitalismo financiero, de las empresas productoras de transgénicos y pesticidas, y de las empresas dedicadas al agronegocio.
Y sin olvidarse del apoyo de las autoridades provinciales.
Nota adicional:
Una empresa con capitales argentinos y extranjeros, Pampa Capital, compró hace ya tiempo las dos principales desarrolladoras de semillas transgénicas locales: Relmó y Sursem. El consorcio está encabezado por su fundador y CEO, Alejandro Quentin, heredero del histórico Bunge y Born.
Posteriormente, Pampa Capital, con aportes del Banco Mundial, constituyó hace unos años en Canadá el fondo Pampa Agribusiness Fund (PAF), que otorgó 20 millones de dólares a las semilleras transgénicas argentinas Sursem y Relmó (pionera en ingienería genética).
Los socios fijaron domicilio particular en 5 Lloyds Avenue, London, UK; mientras que el Pampa Agribusiness Follow-On Fund II L.P. en 199 Bay Street, Suite 5300, Ontario, Canadá.
En la denuncia realizada en 2008 por el ex funcionario del J.P. Morgan, Hernán Arbizu, vincula al grupo con fondos no declarados fuera del país por la familia de Quentin, todas en la cuenta 98494408.00, en dólares: Claudia Caraballo de Quentin, 22.440.751,88; Pampa Agribusiness Fund L.P., 5.069.675,49; y otras sumas de poca significación a nombre de Estanar, Pampa Management S.A. y Farmamundo.
Articulo escrito por Alfredo Furlani
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