sábado, 25 de noviembre de 2017

Cómo derrotar al gobierno sincronizando tu reloj político con el suyo

El gran científico holandésChritiaan Huygens miró asombrado aquellos 2 relojes de péndulo que él mismo había construido. Los 2 oscilaban sincronizados, con la misma secuencia de vaivén.
Corría el año 1665 y Huygens, inventor del reloj de péndulo, no lograba comprender lo que ocurría. 2 péndulos que al inicio oscilaban de manera independiente uno del otro, con secuencias diferentes, se sincronizaban entre ellos luego de estar un tiempo uno al lado del otro.
Los relojes de péndulo se sincronizaban solos.
-Una extraña simpatía…-pensó el científico.
Durante 350 años la llamada “sincronización de Huygens” fue un enigma. Hasta que en el año 2015 un equipo integrado por científicos de México y Países Bajos desentrañaron las explicaciones físicas y matemáticas del fenómeno.
El asombro de Huygens es comprensible.
Era difícil de imaginar aquella extraña simpatía entre 2 dispositivos mecánicos colgados uno al lado del otro sin tocarse.
Tan difícil de imaginar como la sincronización entre gobierno y oposición.
Una extraña simpatía que tienes que lograr si eres opositor y quieres derrotar al partido gobernante.
Las 3 horas que marca el reloj político del gobierno
El gobierno tiene su reloj político, sus tiempos propios, sus etapas inevitables. Ese reloj político gubernamental es puesto en hora por un delicado mecanismo psicológico, social, político y cultural. Desde que un candidato triunfa, desde ese preciso momento, ya se activa el tic tac. El gobernante electo sabe que tiene por delante un período de gracia, un tiempo de expectativas e ilusiones.
Ese primer tiempo que se abre tiene como componentes básicos los siguientes:
El nuevo gobernante y su equipo están llenos de energía, de proyectos, de entusiasmo
La oposición está en un momento bajo, entre el stress post-traumático y la depresión, pero siempre con energías menguantes.
La opinión pública es más favorable que nunca al nuevo mandatario, lo mira con expectativa y le abre una carta de crédito.
Claro que este buen clima no es eterno y suele durar aproximadamente hasta cumplidos los primeros meses de ejercicio del gobierno.
Luego comienza el segundo tiempo, una etapa definida por la interacción entre 2 factores cruciales:
El desgaste de las expectativas populares. La ilusión colectiva se va confrontando con la realidad, y lo real suele estar varios escalones por debajo de lo que las personas imaginaban.
Las lentas realizaciones concretas del nuevo gobierno. Los logros demoran más en conquistarse que lo que el equipo gobernante imaginaba. Siempre pasa algo: demoras, errores, burocracia, problemas presupuestales, dificultades de gestión, falta de experiencia…
Al llegar aproximadamente a la mitad del mandato el gobierno suele alcanzar el punto más bajo de su historial en materia de aprobación de la gestión e imagen popular.
Entonces comienza el tercer tiempo.
El desarrollo de la gestión gubernamental abre la posibilidad de poner en el escenario político y social algunos logros, algunas novedades aportadas por el gobierno. Eso comienza a cambiar el humor de por lo menos una parte de la sociedad.
A partir de ahí la aprobación popular de la gestión de gobierno suele crecer hasta lograr sobre el final del mandato su segundo mejor guarismo después de aquellos dorados días iniciales.
Son 3, entonces, las horas que marca el reloj del gobierno:
1. La ilusión de los primeros meses
2. El desgaste hasta la mitad del gobierno
3. El crecimiento desde la mitad del gobierno hasta el final
Considerados estos tiempos, la oposición debe decidir qué hacer con su propio reloj político.
Por qué sincronizar con el gobierno es la mejor manera de ser opositor
La dinámica psicológica, social, política y cultural que ajusta la hora del reloj del gobierno es exactamente la misma que la que ajusta la hora del reloj de la oposición. Más allá de los estilos personales, de las ideologías y de las coyunturas, toda oposición tiene que hacer su trabajo. Y ese trabajo consiste en llegar al final del período de gobierno convertida en la gran alternativa de recambio. Pero no se trata solamente de que los opositores se vean a sí mismos como esa alternativa, lo cual desde ya que es importante. Se trata, fundamentalmente, de que la sociedad los perciba de tal modo.
Y para ello la estrategia política opositora tiene un único gran mandamiento: ajustar su reloj político al del gobierno. Esto implica 3 horas distintas para la oposición. 3 horas que marcan tareas diferentes:
1. En los primeros meses no hay mucho espacio psicosocial para la crítica y el debate virulento. Es tiempo de moderación, cautela, y hasta de aceptación de algunos aciertos del gobierno. Es también un tiempo de presentación de propuestas e iniciativas que pongan al gobierno en la incómoda situación de aceptarlas o de convertirse ellos mismos en críticos y virulentos.
2. A partir de los primeros meses se abre la etapa de comenzar gradualmente con las diferencias, las críticas y la confrontación. Hasta llegar al climax, al momento más duro, alrededor de la mitad del período de gobierno. Si laten al unísono el momento naturalmente más bajo del gobierno y el momento más duro de la oposición, pues entonces la oposición estará en mejores condiciones de derrotar al gobierno.
3. A partir de la mitad del período de gobierno comienza el momento más relevante para mostrar un proyecto alternativo de gobierno que sea mejor que el que llevan a la práctica quienes ejercen el gobierno en el presente. Porque eso es, en definitiva, derrotar al gobierno.
En todos los casos estás haciendo oposición, solo que vas recorriendo las distintas facetas de ese “ser opositor”.
Sincroniza tu reloj político para derrotar al gobierno
Derrotar al gobierno es una tarea compleja y difícil. Pero lo puedes hacer sincronizando tu reloj político opositor con el reloj político gubernamental.
El secreto es dosificar tus energías, no dejarte llevar por las emociones y ver más allá de la coyuntura.
No se trata de caer en la trampa de ser duro o ser blando, criticar o proponer, encresparse o sonreír. Se trata de ajustar la forma de ejercer la oposición a lo que cada etapa pide.
Gobierno y oposición viven en el mismo contexto. Allí se mueven, danzando en el mismo calendario. Como los péndulos de Christiaan Huygens y su extraña simpatía.

El ciclo de popularidad de los gobiernos

La dinámica psicológica, social, política y cultural que ajusta la hora del reloj del gobierno es exactamente la misma que la que ajusta la hora del reloj de la oposición. Más allá de los estilos personales, de las ideologías y de las coyunturas, toda oposición tiene que hacer su trabajo. Y ese trabajo consiste en llegar al final del período de gobierno convertida en la gran alternativa de recambio. Pero no se trata solamente de que los opositores se vean a sí mismos como esa alternativa, lo cual desde ya que es importante. Se trata, fundamentalmente, de que la sociedad los perciba de tal modo.
Y para ello la estrategia política opositora tiene un único gran mandamiento: ajustar su reloj político al del gobierno. Esto implica 3 horas distintas para la oposición. 3 horas que marcan tareas diferentes:
1. En los primeros meses no hay mucho espacio psicosocial para la crítica y el debate virulento. Es tiempo de moderación, cautela, y hasta de aceptación de algunos aciertos del gobierno. Es también un tiempo de presentación de propuestas e iniciativas que pongan al gobierno en la incómoda situación de aceptarlas o de convertirse ellos mismos en críticos y virulentos.
2. A partir de los primeros meses se abre la etapa de comenzar gradualmente con las diferencias, las críticas y la confrontación. Hasta llegar al climax, al momento más duro, alrededor de la mitad del período de gobierno. Si laten al unísono el momento naturalmente más bajo del gobierno y el momento más duro de la oposición, pues entonces la oposición estará en mejores condiciones de derrotar al gobierno.
3. A partir de la mitad del período de gobierno comienza el momento más relevante para mostrar un proyecto alternativo de gobierno que sea mejor que el que llevan a la práctica quienes ejercen el gobierno en el presente. Porque eso es, en definitiva, derrotar al gobierno.
En todos los casos estás haciendo oposición, solo que vas recorriendo las distintas facetas de ese “ser opositor”.
Sincroniza tu reloj político para derrotar al gobierno.
Derrotar al gobierno es una tarea compleja y difícil. Pero lo puedes hacer sincronizando tu reloj político opositor con el reloj político gubernamental.
El secreto es dosificar tus energías, no dejarte llevar por las emociones y ver más allá de la coyuntura.
No se trata de caer en la trampa de ser duro o ser blando, criticar o proponer, encresparse o sonreír. Se trata de ajustar la forma de ejercer la oposición a lo que cada etapa pide.
Gobierno y oposición viven en el mismo contexto. Allí se mueven, danzando en el mismo calendario. Como los péndulos de Christiaan Huygens y su extraña simpatía.


El ciclo de popularidad de los gobiernos

Más allá de las apariencias, la actitud de la gente ante los gobiernos es bastante previsible. Porque en definitiva el propio cerebro humano tiene mucho de previsible.

El ciclo de la opinión pública
Está estudiado científicamente, principalmente en los Estados Unidos. Tomando una larga serie de datos, que abarcan varias décadas, se analizan los índices de aprobación y desaprobación de la población hacia sus gobiernos. Partiendo de la base de la información disponible en cuanto a encuestas serias.
Los resultados son claros y contundentes. La percepción pública acerca de un gobierno recorre etapas muy definidas a lo largo del tiempo. Etapas que se reiteran una y otra y otra vez en los distintos gobiernos.
El recorrido es el siguiente:
1. Uno de los candidatos gana la elección con un determinado porcentaje de los votos.
2. Luego de conocido el triunfo comienza una etapa de crecimiento rápido de su popularidad. Abarca el período de transición durante el cual se prepara el nuevo gobierno y los primeros meses del mismo. Muchos lo denominan la “luna de miel” de la opinión pública con el candidato ahora gobernante. En esta etapa se alcanza el máximo posible de aprobación del gobierno.
3. La etapa siguiente es el descenso, la caída. Aunque variable en su velocidad y en su profundidad, de todos modos la caída de la popularidad del gobierno es inevitable. A los gobernantes les cuesta entenderlo porque tienden a pensar que ellos serán la excepción, pero reitero que es inevitable. Y la caída llega hasta el punto más bajo de aprobación.
4. Finalmente comienza la etapa de recuperación y ascenso. También variable en su velocidad y en su profundidad, pero también inevitable. A quienes cuesta entender esta etapa es principalmente a los opositores, porque tienden a creer que el gobierno seguirá cayendo sin chance alguna de levantarse. Pero el gobierno se levanta y crece hasta llegar a un punto alto, aunque generalmente algo por debajo de lo que estuvo al principio del período.

Gobierno, oposición y opinión pública
Si se dan estas regularidades en la percepción que la opinión pública tiene respecto al gobierno, entonces los partidos políticos pueden basarse en el conocimiento del ciclo para ajustar sus estrategias.
La meta del gobierno será, seguramente, llegar al final del ciclo en un punto que sea el más alto posible en materia de popularidad. Y la meta de la oposición será seguramente en espejo: que el gobierno llegue al final del ciclo en el punto más bajo posible.
No es difícil entonces organizar las acciones, ya sea del gobierno o de la oposición, de manera tal que se aproveche y saque partido a las distintas etapas del ciclo. Hacer que juegue a favor. De eso se trata.
1 hormona que sube y baja al ritmo de los resultados electorales

¡Qué distintos que somos de los animales! ¿Verdad que sí?
Hmm. ¿Tan distintos? ¿Qué tanto? Veamos.

Una manada de animales tiene una estructura jerárquica

Un jefe de manada y luego toda una arquitectura del poder. Unos con más poder, otros con menos. Y luchas que pueden ser violentas por desalojar a quien está en el poder y sustituirlo por otro.
Cada pelea deja instaurado un statu-quo. Un orden social que se mantendrá durante un cierto tiempo. Y esto ocurre porque el derrotado asume su derrota, se vuelve menos agresivo y a veces hasta sumiso.
Lo cual es una forma de protegerse a sí mismo, ya que de continuar atacando al jefe saldría lastimado.

También es una forma de proteger a la manada, ya que la misma no podría vivir en un contexto de peleas interminables y permanentes.
La pieza clave de ese orden social, entonces, es la actitud relativamente sumisa que adopta el derrotado una vez culminada la pelea por el poder.

Una sociedad humana también tiene una estructura jerárquica
Un Presidente, ministros, legisladores, alcaldes, gobernadores…En suma: arquitectura del poder entre los humanos.
Hay luchas por el poder, también. En particular, y pensando en términos democráticos, luchas electorales. Cada 2, 4 o 5 o 6 años, según el país y la elección. Luchas que pueden llegar a ser feroces.
El que gana la lucha es quien gobierna. El derrotado acepta la nueva situación. Y en el conjunto de la sociedad crece durante un cierto tiempo la figura del ganador (la llamada “luna de miel”de amplios sectores del electorado con quien triunfó).
El derrotado tiende a apaciguarse, y así se protege a sí mismo y protege a la propia sociedad (que tampoco podría vivir en un conflicto permanente).
Se instaura un nuevo statu-quo.

Una hormona llamada testosterona

La testosterona es una hormona vinculada entre otros aspectos a la agresividad, la toma de riesgos y la reacción frente a las amenazas. Cuanto mayor presencia de la hormona, mayor desarrollo de dichos aspectos. Dije agresividad, toma de riesgos y reacción ante las amenazas.
Bien podría haber dicho lucha por el poder. Porque es una hormona que impulsa conductas vitales a la hora de disputar el poder.
Es una hormona, por otro lado, cuyos niveles suben y bajan en el ser humano en función de diversas situaciones.
Las victorias, por ejemplo a nivel deportivo, elevan los niveles de testosterona lo cual lleva al ganador a luchar más agresivamente aún en pos de nuevos triunfos. En cambio las derrotas, también a nivel deportivo, descienden el nivel de testosterona de tal manera que el vencido se repliega y retrocede.
La testosterona baja luego de una derrota política.

Recientemente fue confirmado. La testosterona baja después de consumada una derrota política. Por lo menos en los hombres.
Científicos norteamericanos de la Duke University y de la University of Michigan estudiaron el tema en torno a la elección presidencial del año 2008 en Estados Unidos. Analizaron los niveles de testosterona en un grupo de votantes de Obama y en un grupo de votantes de McCain. Lo hicieron en 2 oportunidades para cada grupo: antes y después de la elección.
Los resultados del experimento fueron los siguientes:
1. Los hombres que votaron al ganador Obama presentaron niveles estables de testosterona antes y después de la elección.
2. Los hombres que votaron al perdedor McCain tuvieron niveles de testosterona mucho menores después de conocido el resultado electoral.
3. Las mujeres mantuvieron estables sus niveles de la hormona antes y después de la elección.
Conclusión: la derrota política baja los niveles de testosterona en los hombres. O sea que el grupo perdedor queda con sus hombres (dirigentes y militantes) en una especie de inferioridad hormonal temporal para la batalla por el poder.
Este hecho podría explicar varios fenómenos políticos conocidos. Por ejemplo la sucesión de derrotas consecutivas de un mismo candidato y/o partido, configurando rachas o ciclos de resultados similares a lo largo de cierto tiempo. O también la ola de popularidad que disfrutan los ganadores durante los primeros meses posteriores a su triunfo.
¿Seremos tan distintos de los animales?


Articulo escrito por Fernando Miguel Silvestre

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